Por. Carlos Romero
“Sin importar que tan urbana sea nuestra vida, nuestros cuerpos viven de la agricultura; nosotros venimos de la Tierra y retornaremos a ella, y es así que existimos en la agricultura tanto como existimos en nuestra propia carne”.
Wendell Berry
La importancia del campo y de la agricultura en México rebasa nuestra misma sabiduría sobre el, al pasar los años mucho antes de la conquista, aproximadamente quinientos años atrás se veneraba la tierra, la labor en ellas, su producción y sustentabilidad dando grandes beneficios a sus agricultores, muchas de las prácticas adquiridas en aquellos años aún las seguimos ejerciendo, sin embargo, gracias al capitalismo nuestros procesos son más rapaces, casi inconscientes, tenemos prisa por producir, por alimentar a una sociedad cada vez más hambrienta, y así, a más producción la misma tierra demanda prudencia y comprensión no podemos producir e ignorar a la tierra a la vez, es por eso que para alcanzar mejores beneficios de nuestras tierras es necesario apostarle a la innovación, al conocimiento y entendimiento de nuestra estrecha relación con la tierra.
Juan Rulfo en su libro El llano en llamas retrata casi poéticamente la problemática del campo en especial la de Jalisco a través del realismo mágico , por un lado el campo olvidado y agonizante, gracias a la reforma agraria, habitado en su mayoría por la sociedad más rustica del país y por otro, ciudades urbanizadas reclamando vida en pleno auge industrial, con un futuro prometedor que pretendía centralizar su economía en el sector de servicios.
Nos han dado la tierra describe un llano desierto, infértil y sin lluvia regalado a los campesinos para resolver el problema agrario. Para nuestros días la situación no es muy diferente tal como menciona Arturo Warman en su documento: La reforma agraria mexicana publicado en Food and Agriculture Organization (FAO) “La reforma agraria se desarrolló como un proceso de formación de unos minifundios cuya producción era insuficiente para satisfacer plenamente las necesidades de las familias campesinas”. 1
Los campesinos que luchaban por la obtención de tierras, pedían tierras de cultivo y querían conseguir con esto la seguridad alimentaria y la autonomía mediante el consumo directo de alimentos básicos de producción propia. El México actual no difiere mucho de aquel país retratado por Rulfo, hoy en día el campo sigue en las mismas condiciones con latifundios y minifundios, las grandes corporaciones son las que invierten y generan más producción para el sector industrial y dejan de lado la alimentación nacional; los minifundios siguen siendo trabajados por campesinos ahora ya viejos, aun cuando fueron jóvenes y sus viejos padres les heredaron tierras no muy productivas hubo quienes vendieron comprendiendo en esto una mayor retribución, otros más se fueron a las zonas urbanas. Tal vez hubo un error al entender la reforma agraria y no puedo dejar d coincidir con Jaques Chonchol quien deja manifiesto sobre su caso en Chile que “La reforma agraria no es sólo una cierta redistribución de tierras de mayor o menor envergadura y no consiste sólo en hacer propietarios de estas tierras a varias decenas de miles de familias campesinas, sí es una parte fundamental y básica del proceso de Reforma Agraria pero debe también ir aparejado de una actitud dinámica y progresiva, hacia nuevas formas de producción que inspiren a los hombres a progresar” 2
No obstante y de regreso en México nuestra herencia tan poco nutrida de buenas prácticas, de visión a largo plazo ha dejado al campo rezagado, vale la pena señalar que aunado a esto el gobierno sigue y se mantiene en una política proteccionista a los intereses monopólicos, promoviendo los grandes capitales. ¿Será por esa razón que nuestro país hoy, en la recta final del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) siente la necesidad de no apostarle todos los huevos a la misma gallina? Quizás, no conoce otras gallinas.
Volviendo en el tiempo y analizando las prácticas de distintos países, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) presentó en 2007 un documento donde detalló el tipo de tecnología que permitió a cada país economizar el recurso más escaso en su tierra. Los fertilizantes y el riego son los medios tecnológicos que directamente reemplazaron la labor humana y el empleo del riego en la agricultura regional aumentó casi al mismo ritmo que la productividad de la tierra entre 1980 y 1995 aumentándose también la práctica de fertilización.3
Vale la pena que tomemos casos de éxito en otros países de América Latina como ejemplo y como nuevos actores de los agro negocios aprovechemos nuestra cultura agrícola y el saber heredado de nuestros antepasados en concordancia con el uso de las nuevas tecnologías y por supuesto los conocimientos adquiridos y nos enfoquemos en orientar y reformular las prácticas agrícolas, desde luego que infunde melancolía tal panorama del mismo cuento El llano en llamas, la lucha armada y la reforma agraria son tragos amargos por los que como sociedad debimos pasar, pero como agentes de cambio tenemos que forzarnos a crear verdor donde otros ven un llano en llamas.
Bibliografía.
1.- Arturo Warman “La reforma agraria mexicana: una visión de largo plazo” publicado en Food and Agriculture Organization (FAO)
Consultado en: http://www.fao.org/docrep/006/j0415t/j0415t09.htm
2.- Jacques Chonchol “La reforma agraria como proceso dinámico de integración en una sociedad que se transforma” Doc. 61 Publicado en Instituto de Capacitación e Investigación en Reforma Agraria (ICIRA) Santiago de Chile. Pág. 12
Consultado en: https://books.google.com.mx/books?id=lqrC3OoGwxIC&printsec=frontcover&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false
3.- CEPAL “Progreso técnico y cambio estructural en América Latina”. Santiago de Chile 2007 pág. 87
Consultado en: http://www.cepal.org/iyd/noticias/paginas/4/31434/progresot%C3%A9cnicocambioestructural.pdf
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